Como ocurre con muchos otros aspectos de la ciencia del color, debemos volver a la distribución de potencia espectral de una fuente de luz.
El CRI se calcula examinando el espectro de una fuente de luz y luego simulando y comparando el espectro que se reflejaría en un conjunto de muestras de color de prueba.
El CRI calcula la SPD de la luz del día o del cuerpo negro, por lo que un CRI más alto indica que el espectro de luz es similar a la luz del día natural (CCT más altos) o a la iluminación halógena/incandescente (CCT más bajos).
El brillo de una fuente de luz se describe por su potencia luminosa, que se mide en lúmenes. ¡El brillo, por otro lado, es una construcción enteramente humana! Está determinada por las longitudes de onda a las que nuestros ojos son más sensibles y la cantidad de energía luminosa presente en esas longitudes de onda. Llamamos a las longitudes de onda ultravioleta e infrarroja “invisibles” (es decir, sin brillo) porque nuestros ojos simplemente no “captan” estas longitudes de onda como brillo percibido, independientemente de cuánta energía esté presente en ellas.
La función de la luminosidad
A principios del siglo XX, los científicos desarrollaron modelos de sistemas de visión humana para comprender mejor cómo funciona el fenómeno del brillo, y el principio fundamental detrás de él es la función de luminosidad, que describe la relación entre la longitud de onda y la percepción del brillo.
La curva amarilla representa la función fotópica estándar (arriba)
La curva de luminosidad alcanza su punto máximo entre 545 y 555 nm, lo que corresponde a un rango de longitud de onda de color verde lima, y cae rápidamente en longitudes de onda más altas y más bajas. Lo más importante es que los valores de luminosidad son extremadamente bajos más allá de los 650 nm, lo que corresponde a las longitudes de onda del color rojo.
Esto significa que las longitudes de onda del color rojo, así como las longitudes de onda del color azul oscuro y violeta, no son efectivas para hacer que las cosas parezcan brillantes. Las longitudes de onda verde y amarilla, por otro lado, son las más efectivas para parecer brillantes. Esto puede explicar por qué los chalecos de seguridad y los resaltadores de alta visibilidad suelen utilizar colores amarillo/verde para lograr su brillo relativo.
Finalmente, cuando comparamos la función de luminosidad con el espectro de la luz natural, debería quedar claro por qué un CRI alto, particularmente R9 para los rojos, está en conflicto con el brillo. Un espectro más completo y más amplio casi siempre es beneficioso cuando se busca un IRC alto, pero un espectro más estrecho enfocado en el rango de longitud de onda verde-amarillo será más efectivo cuando se busca una mayor eficacia luminosa.
Por este motivo, la calidad del color y el CRI casi siempre quedan relegados a una prioridad en la búsqueda de la eficiencia energética. Para ser justos, algunas aplicaciones, comoiluminación exterior, puede poner más énfasis en la eficiencia que en la reproducción cromática. Por otro lado, comprender y apreciar la física implicada puede resultar muy útil para tomar una decisión informada en las instalaciones de iluminación.
Hora de publicación: 23-dic-2022